Represión y justificación: el relato oficial tras la brutalidad policial

El joven reportero Pablo Grillo sigue peleando por su vida tras recibir el impacto de un cartucho de gas en la cabeza durante la represión policial de la última protesta.

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Mientras tanto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en lugar de condenar el hecho o, al menos, admitir el exceso de las fuerzas, eligió el camino de la justificación.

“Es consecuencia de los que generan violencia y que van a tener como respuesta la represión del Estado”, afirmó sin titubeos. Un mensaje claro: si salís a protestar, sabé que te puede tocar.

El operativo del Ministerio de Seguridad dejó un saldo de 114 detenidos, entre ellos manifestantes y hasta simples transeúntes. Pero lo que más indignación generó fue la represión desmedida, que tuvo como víctimas no solo a Grillo sino también a una jubilada que fue brutalmente reducida por un policía en plena vía pública.

El golpe a la jubilada: otra víctima de la “defensa policial”

El video de la mujer tirada al piso, después de ser empujada violentamente por un agente, recorrió las redes y generó una ola de críticas. Sin embargo, lejos de reconocer un exceso, Bullrich volvió a respaldar a las fuerzas de seguridad con una justificación que rozó el absurdo:

“La señora golpeó en reiteradas oportunidades al policía, le dio cinco o seis golpes”, sostuvo la ministra.

Aparentemente, en el relato oficial, una mujer mayor representa una amenaza suficiente para que un agente entrenado decida arrojarla al suelo sin contemplaciones.

El mensaje de fondo: represión sin matices

La postura del Gobierno es clara: la protesta se enfrenta con palos y gases, sin distinguir entre violentos, manifestantes pacíficos o trabajadores de prensa. La brutalidad policial no solo se tolera, sino que se justifica abiertamente desde la cúpula del poder.

Mientras Pablo Grillo sigue internado en estado crítico y una jubilada padece las consecuencias de un accionar desproporcionado, el Gobierno reafirma su línea dura. La pregunta es hasta cuándo la sociedad aceptará que la respuesta a la protesta sea siempre más violencia.