En un Amalfitani lleno hasta el último rincón, Vélez Sarsfield vivió una noche de gloria que quedará en la memoria de sus hinchas.
4 minutos de lectura
En una semifinal cargada de tensión y adrenalina, el equipo de la “V azulada” logró imponerse sobre el Racing de Fernando Gago, asegurando su lugar en la final con un desenlace de película.
El partido, como una obra de teatro bien escrita, reservó sus mayores emociones para el tramo final. Racing había mostrado su mejor versión durante gran parte del encuentro, pero Vélez, empujado por su gente y con la garra que lo caracteriza, salió a buscar el resultado. A los 39 minutos de la segunda parte, y cuando el tiempo ya apretaba, Elías Gómez filtró un pase magistral que encontró a Agustín Bouzat en el lugar indicado. El volante, con sangre fría, apareció por izquierda y empujó la pelota al fondo de la red, marcando el empate que devolvió la esperanza a los de Liniers.
Con el 2-2 en el marcador, todo parecía indicar que los penales decidirían al finalista. Sin embargo, el fútbol siempre tiene espacio para la épica, y Vélez no se resignó. A tan solo un minuto del final del tiempo reglamentario, un centro desde la derecha encontró nuevamente a Bouzat, quien, casi como en un guion soñado, volvió a decir presente. El volante definió con precisión y desató el delirio en las tribunas.
El gol final selló el 3-2 definitivo y el pase a la gran final. Para Vélez, esta victoria no solo significa un nuevo capítulo en su rica historia, sino también la consolidación de un equipo que, con sacrificio y corazón, demostró que está para cosas grandes.
La noche en Liniers quedará como un recuerdo imborrable, con Agustín Bouzat como el héroe inesperado y la promesa de más emociones en el horizonte. Ahora, el pueblo velezano ya piensa en la final, con la ilusión intacta y la certeza de que nada es imposible cuando la camiseta se lleva con orgullo.