En un nuevo capítulo de la guerra comercial que impulsa Estados Unidos, el presidente Donald Trump confirmó que Argentina no quedará exenta de los aranceles del 25% sobre las exportaciones de acero y aluminio.



3 minutos de lectura

La medida, que afecta envíos por unos u$s600 millones anuales, representa un duro revés para el gobierno de Javier Milei, que buscaba mantener abierto este canal clave para la industria local.
Desde la Casa Blanca, Trump fue tajante: “Tenemos un pequeño déficit con Argentina, como con todos los países”, justificó, dejando en claro que su política proteccionista no hará excepciones. La única nación que logró esquivar estos aranceles es Australia, gracias a su balanza comercial favorable para Estados Unidos, en gran parte debido a la compra de aviones.
El mandatario norteamericano también desestimó cualquier temor a represalias comerciales: “No me importan las represalias de los países”, afirmó, en un claro mensaje de que no piensa dar marcha atrás con su decisión.
Para Argentina, el golpe es doble. Por un lado, la industria metalúrgica pierde competitividad en su principal mercado de exportación. Por otro, el impacto llega en un momento delicado: en 2024, la balanza comercial con Estados Unidos fue superavitaria en u$s228 millones, según datos del INDEC. Esto se debió, en gran parte, a una fuerte caída del 27,9% en las importaciones desde ese país, producto de la recesión.
La decisión de Trump deja a la Argentina con pocas opciones en el corto plazo. La expectativa ahora está puesta en si el gobierno de Milei buscará negociar una reducción de estos aranceles o si, por el contrario, intentará abrir nuevos mercados para amortiguar el golpe. Mientras tanto, la industria del acero y el aluminio deberá adaptarse a un escenario más desafiante.