Millonario gasto en traslados protocolares: ¿Despilfarro en Cancillería?

El Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, encabezado por Diana Mondino, acaba de protagonizar un escándalo

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Contrataron 3.048 autos con choferes para traslados protocolares por un total de $145.680.000, equivalentes a 114.700 dólares al tipo de cambio oficial. Como si esto fuera poco, la contratación incluye una ampliación del 20%, lo que elevaría el gasto a la friolera de $174.816.000.

La licitación fue ganada por la empresa Quick Car S.A., del empresario Daniel José Samilian, conocido en el mundo de los remises de lujo en Buenos Aires. Cuatro empresas compitieron por el contrato, y aunque Luda Transporte S.R.L. ofreció una propuesta mucho más económica de $48.120.000, inexplicablemente la adjudicación se inclinó por Quick Car, con su oferta de $145.680.000. Otras ofertas, como las de MAILCAR S.R.L. ($186.024.000) y Organización de Remises Universal S.R.L. ($201.362.400), también fueron desestimadas, pero ninguna se acercó al bajo costo ofrecido por Luda Transporte.

La aprobación de la adjudicación se llevó a cabo el 4 de julio y fue firmada por el embajador Ernesto Alberto Gaspari. El contrato, con una duración inicial de seis meses y opción de prórroga por otros seis, parece un lujo innecesario en un contexto donde la austeridad debería ser la regla, no la excepción.

Lo que llama poderosamente la atención es la justificación para no elegir la oferta más económica. ¿Cuáles fueron los criterios de selección? ¿Por qué se optó por una propuesta que triplica el costo de la más baja? En momentos en que el país atraviesa una crisis económica, esta decisión resulta como mínimo cuestionable y levanta sospechas sobre la transparencia del proceso.

La contratación millonaria de autos con choferes para traslados protocolares parece un despropósito, especialmente cuando se habla de ajustes y recortes en áreas esenciales. ¿Es realmente necesario semejante gasto en un Ministerio que debería estar enfocado en la diplomacia y el comercio internacional? ¿O se trata, una vez más, de despilfarro y privilegios que están muy lejos de las necesidades reales del país?

Esta decisión deja un sabor amargo y plantea serios interrogantes sobre el uso de los recursos públicos. La sociedad merece respuestas y una explicación clara sobre la pertinencia de este gasto. Mientras tanto, el lujo sigue viajando en coche oficial.