Meta sostiene que los 81,7 TB de libros pirateados aportan “ruido estadístico” a LLaMA y, por eso, no merecen compensación, mientras autores reclaman respeto a la propiedad intelectual.



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En un giro que suena a culebrón tecnológico, Meta –la casa matriz de Facebook e Instagram– está defendiendo en los tribunales una idea que hace rugir de bronca a más de un escritor: los libros protegidos por derechos de autor no merecerían compensación cuando se usan para “alimentar” la inteligencia artificial. Sí, leíste bien: para la empresa de Zuckerberg, esas obras no tendrían “valor económico” como datos de entrenamiento.
La polémica estalló cuando un grupo de autores presentó la demanda contra Meta por el uso de millones de libros sin licencia, bajo la promesa de que LLaMA –el modelo de IA de la firma– salga más pilas que nunca. Según los papeles judiciales, el propio Mark Zuckerberg dio luz verde para que se bajara todo ese material de LibGen –esa “biblioteca” digital repleta de títulos bajo torrent– y, encima, borraron los metadatos de copyright para que nadie supiera de dónde venían los textos.
La maniobra es de novela: dicen que meterse tanta info les aporta apenas un 0,06 % al rendimiento del modelo, “ruido estadístico”, lo llaman. Por eso aseguran que es “fair use” –un concepto de la ley de EE. UU. que permite usar material con derechos si se le da un nuevo propósito– y que, total, no hace falta pagar un mango a los autores. Mientras tanto, entre bambalinas, los letrados de Meta firmaban licencias con otras editoriales; irónico, ¿no?
Los documentos hablan de 81,7 TB de contenido descargado por torrent, sin una sola marca de copyright (adiós al símbolo ©, a las páginas de créditos y a los metadatos). Y los demandantes, encabezados por el escritor Ta-Nehisi Coates, no se quedaron callados: “No es ético que una multinacional use nuestro trabajo de forma masiva sin autorización”, soltó el autor. Y en efecto, tarde o temprano este caso –Kadrey vs Meta– va a marcar un precedente: ¿se abre la puerta para que todas las techs se lleven lo que quieran sin pagar?
Entre tanto, LLaMA ya está recorriendo el mundo: la adaptaron para cumplir normas europeas y la integraron en WhatsApp para que te genere texto o imágenes con un par de clics. Pero, mientras se codea con regulaciones y promesas de “transformación”, los autores insisten en que lo que buscan es justo el valor creativo de sus obras, lo que la ley protege.
¿El dato de color? Meta llevó hasta los estrados a “Careless People”, un libro escrito por una exejecutiva crítica de Zuckerberg, y al mismo tiempo arguye que usar sin permiso es “justo”. Para colmo, bajó el nivel de moderación de sus modelos en Estados Unidos y lo subió en Europa, como si en un lado valiera más y en el otro menos.
Al final del día, la pregunta que queda picando en el aire es clara: si las grandes tecnológicas deciden solas qué “vale” y qué no, ¿quién cuida los derechos de los creadores? Porque, seamos sinceros, nada garantiza que el sentido común gane en una sala de tribunales. Y mientras la Justicia define, Meta sigue entrenando sus IA con contenidos ajenos como si la propiedad intelectual fuese cosa del siglo pasado.