


7 minutos de lectura

La importancia de los primeros 1.000 días de vida, que abarcan desde la gestación hasta los dos años, ha sido ampliamente reconocida como un período crucial para el desarrollo y crecimiento infantil. Sin embargo, la relevancia de la nutrición no termina ahí. Los siguientes mil días, que se extienden entre los 2 y 5 años de vida, son igualmente fundamentales para establecer hábitos alimentarios que perdurarán durante toda la vida y determinarán la salud futura.
En Argentina, la situación nutricional de los niños y niñas en esta etapa es preocupante. Las estadísticas muestran deficiencias significativas en nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo, como el calcio, potasio, fibra y vitaminas A, C y D. Al mismo tiempo, se observa un consumo elevado de nutrientes críticos como sodio, azúcar y grasas saturadas.
Específicamente, la dieta de los niños pequeños en el país se caracteriza por una baja ingesta de frutas, verduras y lácteos, con un consumo particularmente bajo de yogur. Por otro lado, hay un exceso en la ingesta de alimentos feculentos como fideos, arroz, panificados, galletitas y carnes rojas.
Este escenario fue discutido durante la presentación de PROFENI (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil), un grupo de especialistas convocado por Danone para trabajar en el desarrollo de propuestas que mejoren el perfil nutricional de los productos alimenticios. Su objetivo es llevar adelante investigaciones en el campo de la nutrición infantil y comunicar la importancia de una buena alimentación para contribuir a la construcción de infancias saludables.
En un contexto global, las diversas formas de malnutrición están en aumento, evolucionando del enfoque tradicional en el hambre hacia la subalimentación crónica, la carencia de micro y macronutrientes, el sobrepeso y la obesidad, y las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación.
El Dr. Omar Tabacco, médico pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, resaltó las graves consecuencias de estas formas de malnutrición: “Afectan el desarrollo humano, impactando negativamente en el progreso social y económico, y en el ejercicio de los derechos humanos en múltiples dimensiones. La pobreza lleva a la inseguridad alimentaria y a la malnutrición, lo que genera un desarrollo físico y cognitivo deficientes, disminuyendo la productividad y perpetuando la pobreza”.
Los especialistas coinciden en que los segundos mil días representan una oportunidad clave para promover patrones de alimentación que favorezcan la salud general de los niños y niñas en el futuro. En lugar de ser causantes de enfermedades crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares, la obesidad, la diabetes tipo 2 y varios tipos de cáncer, la correcta nutrición en esta etapa puede prevenir su desarrollo.
Está más que demostrado que la nutrición en la infancia tiene un impacto significativo en el desarrollo de enfermedades en la edad adulta. Por eso, se habla de “prevención primordial”, una estrategia integral y anticipada que comienza temprano, implementando estilos de vida que impidan la aparición de factores de riesgo.
Durante esta etapa, también se consolida la incorporación del niño a la mesa familiar, un momento significativo para su crecimiento y desarrollo. Más allá de la acción de comer, este ritual implica aprendizaje, socialización y la adopción de hábitos alimentarios que se reflejan en los de la familia. Las comidas familiares permiten a los niños observar y seguir modelos. Si los hábitos familiares son poco saludables, el niño los adoptará.
“La incorporación del niño o la niña a la mesa familiar ofrece numerosas oportunidades para su desarrollo integral. Sin embargo, es fundamental que las familias puedan ofrecer un ambiente positivo y saludable durante las comidas”, afirmó Alberto Arribas, especialista en Nutrición y presidente de la Asociación Civil Supersaludable. Fomentar una actitud amorosa y paciente hacia la alimentación y aprovechar las comidas como momentos de aprendizaje tiene un gran impacto en el bienestar infantil.
Con el inicio de la escolarización, los hábitos alimentarios desarrollados en el hogar pueden verse influenciados por los de sus pares. En muchas escuelas, predominan alimentos de baja calidad nutricional, como snacks, galletitas y jugos azucarados. Arribas enfatizó la importancia de ofrecer a los niños alimentos de buen valor nutricional durante estos momentos cruciales, priorizando frutas frescas, frutos secos, semillas, cereales sin azúcar y yogur libre de sellos, transportado de forma segura.
Microbiota Intestinal y los Segundos Mil Días
Durante los segundos mil días, y a lo largo de toda la vida, sigue desarrollándose la microbiota intestinal, un conjunto de microorganismos que interactúan con nuestro organismo y pueden impactar favorable o desfavorablemente en nuestra salud.
Los niños nacidos durante la pandemia, quienes experimentaron largos periodos de aislamiento, están entrando en esta etapa crucial y podrían enfrentar condiciones inmunológicas desfavorables debido a una maduración incompleta de su sistema inmunológico en los primeros mil días.
No obstante, siempre es posible tomar medidas para modular el ecosistema de microorganismos en el intestino. El Dr. Gabriel Vinderola, investigador principal del Instituto de Lactología Industrial (CONICET-UNL), destacó la importancia de factores como el parto natural, la lactancia materna, la actividad física, el contacto con la naturaleza, el sueño adecuado y una dieta equilibrada. Además, señaló que el consumo diario de yogures con probióticos puede contribuir significativamente a la proliferación de bacterias beneficiosas en el intestino.
Los segundos mil días son, sin duda, una etapa crucial para el desarrollo de hábitos saludables que acompañarán a los niños a lo largo de su vida, influyendo significativamente en su salud futura.