Jorge Rial: “Estuve muerto y fue el momento más placentero de mi vida”

En una emotiva entrevista con el pastor evangelista Dante Gebel, en su programa La divina noche de Dante, emitido por El Trece, Jorge Rial revivió uno de los episodios más impactantes de su vida: el día en que estuvo clínicamente muerto durante ocho minutos.

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Con su característico tono reflexivo, el periodista compartió los detalles de ese instante que marcó un antes y un después en su existencia.

“Me levanté con un dolor de pecho, como si una pata de elefante me estuviera pisando”, relató. Ante la intensidad de los síntomas, no dudó en llamar a urgencias. Rápidamente fue trasladado al hospital, donde un electrocardiograma confirmó el diagnóstico: estaba atravesando un infarto.

El relato de Rial toma un giro inesperado al narrar el momento exacto en que su corazón dejó de latir. “Yo estaba esperando más resultados y, cuando me están llevando para hacer otro electro, me fui”, explicó con crudeza. Sin embargo, lo que podría haberse sentido como una experiencia aterradora fue, para él, todo lo contrario. “Fue el momento más placentero de mi vida. Estaba bárbaro, todo era perfecto”, confesó, dejando al público sin palabras.

El periodista describió cómo, en esos minutos, percibió una luz blanca y una sensación de calma que lo transportó a un lugar difícil de explicar. “Era lo mejor, estaba en otro lugar”, agregó, visiblemente emocionado.

A lo largo de la charla, Dante Gebel no dudó en destacar la profundidad del testimonio, conectando las experiencias trascendentales de Rial con reflexiones sobre la espiritualidad y el propósito de la vida.

A pesar del impacto emocional que significó regresar a la vida, Rial aseguró que esta experiencia cercana a la muerte transformó su manera de ver el mundo. “Me hizo valorar mucho más mi existencia”, reflexionó.

El testimonio de Rial resonó profundamente, no solo por la crudeza del relato, sino también por la esperanza y la perspectiva que ofrece sobre la vida y la muerte. En palabras del periodista, esos ocho minutos en el “más allá” no solo marcaron su corazón, sino también su alma.


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