POSADAS, MISIONES – Acá la cosa es simple: o pagás la luz, o te cortan aparentemente es igual para todos, pobres o multimillonarios como este señor.



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Pero parece que Javier Horianski, un empresario misionero del transporte de encomiendas, se creyó más vivo que poste con wifi gratis. Resulta que en su mansión del exclusivo barrio Puerto Laurel, en Posadas, tenía la luz “enganchada” hace cuatro años, sin medidor ni factura que lo delatara. Hasta QUE LO PESCARON.
LA CAÍDA DEL “REY DE LA ENCOMIENDA (Y LA ENERGÍA CLANDESTINA)”
Todo empezó cuando Energía de Misiones (EMSA) hizo una revisión de rutina y se dieron cuenta de que faltaba un medidor. ¿Cómo? En el barrio, todos los contadores están juntos, y la mansión de Horianski, con sus diez aires acondicionados y luces prendidas día y noche, no aparecía en el sistema.
Cuando los técnicos le tocaron timbre, el empresario salió con la clásica: “¿Sabés con quién estás hablando?” y amenazó con sus “contactos”. Pero EMSA no se achicó: le dieron 24 horas para pagar una multa de 25 millones de pesos o iba derecho a una denuncia penal.
Horianski, que no es ningún boludo, eligió el billete antes que el bardo. Pagó una parte al toque y firmó un plan de cuotas para el resto. Pero la pregunta que todos se hacen es: ¿Y LOS CUATRO AÑOS DE LUZ QUE NO PAGÓ?
¿LOS VECINOS TERMINARON PAGANDO LA FIESTA?
Ahora, los residentes de Puerto Laurel están que trinan. Se preguntan si esa conexión trucha no les habrá aumentado las expensas a ellos, bancando el consumo del “iluminado” de Horianski. Quieren una auditoría urgente y hasta evalúan meterle una denuncia penal por hurto de energía.
Desde el consorcio dicen que tienen una app para reclamos, pero nadie se quejó antes. Claro, ¿quién iba a pensar que un vecino millonario andaba choreando luz como en una villa?
MORALEJA: LA LUZ SE PAGA, AUNQUE TENGAS “CONTACTOS”
EMSA se plantó firme y mandó un mensaje claro: “Acá no importa si tenés plata o influencias, la ley es para todos.” Horianski quiso zafar, pero al final tuvo que poner la tarasca.
Ahora, los vecinos quieren sangre (o al menos que les devuelvan la guita). ¿Terminará esto en los tribunales? Por ahora, el único que está en falta es el empresario, que pasó de ser el rey del transporte a el rey del “me la mandé”.