El kirchnerismo denunció proscripción, pero salió triunfante

El Senado rechazó el proyecto Ficha Limpia que impedía candidaturas a condenados. La votación fue ajustada y dos senadores misioneros inclinaron la balanza.

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El Senado de la Nación vivió este miércoles una maratónica sesión de más de diez horas, donde se puso en juego uno de los proyectos más sensibles para el clima político de este año electoral: la llamada Ley de Ficha Limpia. Con 36 votos afirmativos y 35 negativos, la iniciativa no alcanzó el mínimo de 37 voluntades necesarias para su aprobación. El resultado dejó fuera de juego una herramienta que apuntaba directamente a figuras como la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, hoy sin condena firme pero con causas avanzadas.

Misiones, la provincia que torció el destino del proyecto

En el conteo final, hubo dos votos clave que inclinaron la balanza. Ambos vinieron desde la provincia de Misiones: Sonia Rojas Decut y Carlos Arce, senadores del Frente de la Concordia, espacio conducido por el ex gobernador Carlos Rovira. Los dos legisladores eligieron nuevamente el silencio mediático y se expresaron, como es habitual en ellos, solo a través de su voto.

No es la primera vez que el rovirismo juega fuerte en contra de iniciativas similares. Ya en 2020, el propio Rovira había logrado frenar un proyecto de Ficha Limpia presentado en la Legislatura misionera por la radical Anita Minder. Esta nueva maniobra en el Senado nacional confirma una línea política clara: evitar todo intento de legislar sobre antecedentes judiciales que afecten la posibilidad de presentarse a elecciones.

El gesto de Villarruel y un clima enrarecido

El rechazo al proyecto cayó como un baldazo de agua fría en el sector del oficialismo dialoguista y la oposición que impulsaba la ley. La cara de Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación y presidenta del Senado, fue uno de los gestos más comentados del día: ceño fruncido, mirada dura y palabras medidas. La expectativa era alta, pero el resultado terminó generando frustración.

Desde principios de año, los senadores misioneros estaban bajo la lupa. En más de un medio nacional se había señalado que el voto de Arce y Rojas Decut podía ser decisivo. Finalmente lo fue, y no en el sentido que muchos esperaban.

Criptogate, internas y oportunismo político

El tratamiento de Ficha Limpia no estuvo exento de pases de factura y estrategias cruzadas. Mientras desde el PRO se empujaba la ley como una bandera de transparencia –sobre todo de la mano de Silvia Lospennato, que busca replicarla en la Legislatura porteña–, en el oficialismo libertario el tema fue más ambiguo.

Durante semanas, desde La Libertad Avanza se mandaron señales contradictorias. Incluso el jefe de bloque, Ezequiel Atauche, pidió no sumar la iniciativa al temario de sesiones previas. Argumentó que “el Gobierno no quería tratar Ficha Limpia”, una declaración que sorprendió incluso a los senadores dialoguistas.

A todo esto se sumó el escándalo del Criptogate, que el kirchnerismo intentó usar como moneda de cambio. De hecho, en el mismo día de la sesión, la bancada K quiso incorporar un pedido de interpelación para Karina Milei. La jugada no prosperó, pero dejó expuesta la tensión.

¿Qué hay detrás del voto misionero?

Los votos de Arce y Rojas Decut no fueron gratuitos. Según deslizó en redes la senadora Alejandra Vigo, habría existido un acuerdo político entre el gobierno de Misiones y el Ejecutivo nacional. A cambio de los votos negativos a Ficha Limpia, se garantizaría un acompañamiento a nivel provincial en las próximas elecciones, incluso con presencia de candidatos libertarios en las listas misioneras.

El silencio de los senadores misioneros no hace más que aumentar las sospechas. En un año electoral, donde la transparencia es una palabra repetida hasta el cansancio, estos gestos opacos tienen un costo político, aunque en Misiones, el Frente de la Concordia aún goza de un poder territorial considerable.

Un proyecto que se va, pero promete volver

Por ahora, Ficha Limpia queda en el cajón. Recién podrá volver a ser presentado el 1 de marzo de 2026. El oficialismo libertario, que agitó el proyecto como bandera ética, termina con sabor a derrota, sin ley y sin foto de triunfo. El PRO, que esperaba capitalizar la iniciativa en medio de la interna porteña, tampoco logró su objetivo.

Y el kirchnerismo, que denunció proscripción y apuntó contra el “lawfare”, terminó saliendo airoso, gracias a votos como los de Misiones.