Pablo Ghisoni pasó tres años en prisión acusado por su propio hijo, quien ahora reveló que todo fue armado por su madre para quedarse con la custodia. “Existe un sistema perverso que destruye familias”, denunció el médico.



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La historia de Pablo Ghisoni, médico y padre de familia, podría ser el guión de una película de terror. Pero no lo es. Es real, cruda y dolorosa. Estuvo tres años preso acusado de abusar de su hijo, hasta que el propio joven —ya adolescente— reveló en un video que todo había sido una mentira impulsada por su madre. Hoy, Ghisoni rompe el silencio y habla de lo que llama “un sistema perverso que no escucha”.
Todo comenzó en 2012, cuando la Justicia determinó que la custodia de los tres hijos del matrimonio debía quedar en manos del padre. Años más tarde, en 2016, Andrea Vázquez, exesposa del médico, presentó una denuncia gravísima: acusó al hombre de haber abusado sexualmente y violentado a su hijo Tomás.
La Justicia le creyó. Ghisoni fue privado de su libertad por tres años. En ese lapso, no volvió a ver a sus hijos. La denuncia quebró no sólo su libertad, sino también el lazo con sus seres más queridos.
Pero hace unos días, un video de Tomás se viralizó en redes sociales. En la grabación, el joven cuenta con entereza lo que vivió: que su madre lo manipuló desde chico para declarar contra su padre, que todo fue una construcción, una mentira diseñada para perjudicarlo, y que hoy se arrepiente profundamente.

En diálogo con el periodista Antonio Fernández Llorente en radio Splendid AM 990, Ghisoni no ocultó su angustia:
“Son cosas que uno cree imposibles, pero pasan. Mi exmujer, para quedarse con la custodia de mis hijos, armó una denuncia en mi contra por abuso sexual”.
Y agregó:
“Esto fue un calvario eterno, una destrucción brutal del vínculo con mis hijos. Desde el día de la denuncia no volví a verlos. Es una herida abierta”.
El médico sostiene que no se trata solo de un caso aislado, sino de un engranaje judicial viciado:
“Existe un sistema perverso armado que funciona como un negocio. No quiero que haya más familias Ghisoni. El poder judicial no escucha y no protege a los inocentes”.
Sobre el video de su hijo, reconoció que le provocó una “congoja tremenda”, aunque también significó una especie de alivio tras años de dolor silenciado.
Respecto de su exesposa, Ghisoni fue contundente:
“Es una denunciante serial y crónica, con diagnóstico de psicopatía y narcisismo. Lo que hizo no solo fue un acto de maldad, fue un crimen emocional”.
Y cerró con un reclamo firme:
“Las falsas denuncias deben ser penalizadas. No puede ser que se destruyan vidas y nadie se haga cargo”.
Hoy, Pablo Ghisoni intenta reconstruir los pedazos de su historia, con la esperanza de volver a abrazar a sus hijos, y con la convicción de que su caso sirva para abrir los ojos de un sistema que, muchas veces, castiga sin mirar.