En un movimiento que ha generado incomodidad entre sectores nacionalistas y defensores de la causa Malvinas, la canciller Diana Mondino salió a respaldar el acuerdo que pactó con el Reino Unido para reanudar los vuelos entre Argentina y las Islas Malvinas.



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A pesar de intentar suavizar la situación, Mondino insiste en que “la soberanía está totalmente resguardada”, aunque sus explicaciones no terminan de convencer a quienes ven en este acuerdo una concesión innecesaria hacia los británicos.
Si bien la canciller intentó aclarar que no se trata de un entendimiento formal, la falta de transparencia y firmeza en torno al tema deja muchas dudas. “Las Malvinas son y serán argentinas”, repite Mondino, como si la retórica alcanzara para disimular lo que muchos consideran una apertura peligrosa en la relación con los habitantes de las islas, sin ningún avance concreto en la disputa territorial. ¿Es acaso suficiente el pretexto de “mantener una relación más fluida” para justificar la falta de avances significativos?
Un acuerdo “humano” que omite el conflicto central
Mondino, en un intento por ganar simpatía, resaltó que el acuerdo tiene una fuerte dimensión humana, mencionando que muchas familias argentinas no han podido visitar a sus seres queridos caídos en las islas. Se anunció un programa de identificación de los cuerpos y un vuelo especial para familiares, pero detrás de estos gestos humanitarios parece esconderse una peligrosa desatención a la disputa de fondo. Mientras se ocupan de vuelos y visitas familiares, la cuestión de la soberanía parece postergada indefinidamente.
La canciller se esfuerza por asegurar que estas medidas no afectan la soberanía argentina, pero la realidad es que el trasfondo del conflicto queda desdibujado. “Si las islas son argentinas, ¿cómo un argentino no va a poder viajar a nuestro propio territorio?”, dice Mondino, en lo que parece más una justificación forzada que una defensa firme del reclamo histórico. Las palabras, vacías de acciones concretas, no parecen suficientes para mantener el orgullo nacional intacto.
Milei y la omisión en la ONU
Un capítulo especialmente polémico del accionar del gobierno de Javier Milei fue la ausencia total del tema Malvinas en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Mondino intentó justificar esta omisión, señalando que el foco estaba puesto en temas de mayor relevancia para la comunidad internacional, como el terrorismo y los conflictos bélicos. Sin embargo, esta excusa no logra ocultar la falta de una postura clara en uno de los temas más sensibles para la soberanía argentina.
Mientras en su discurso Milei se ocupa de problemas en Rusia, Ucrania e Israel, el reclamo por las Malvinas sigue siendo relegado, dejando una sensación de abandono de la causa que desde hace décadas une a los argentinos. Mondino asegura que se ha solicitado que Argentina e Inglaterra retomen las negociaciones, pero sin resultados visibles, el reclamo queda reducido a una formalidad diplomática sin peso en la realidad.
¿Un gobierno sin rumbo en política exterior?
Mondino también aprovechó la ocasión para criticar la Agenda 2030 y la Agenda del Futuro, advirtiendo que Argentina evaluará si adherir a estas iniciativas internacionales. En lo que parece ser una nueva arremetida contra las organizaciones globales, la canciller argumenta que no se puede aceptar un sistema internacional que imponga decisiones a todos los países, especialmente en temas de medio ambiente, donde considera que las mediciones son asimétricas. Aunque estas críticas buscan mostrar una defensa de los intereses nacionales, en la práctica, se refleja la falta de un rumbo claro en política exterior, sumando más incertidumbre a la gestión libertaria.
Finalmente, y en medio de rumores sobre su posible salida del gobierno, Mondino aseguró que está dispuesta a renunciar en el momento que el presidente Milei lo considere necesario. Su afirmación de que “es un orgullo servir a la Argentina” suena hueca ante las crecientes críticas que apuntan a la debilidad del gobierno en la defensa de los intereses nacionales, tanto en la cuestión Malvinas como en otros frentes.
Este acuerdo con el Reino Unido, lejos de ser un avance, parece otro retroceso más en la histórica lucha por la soberanía de las Islas Malvinas, dejando a la Argentina en una posición vulnerable y sin una estrategia sólida que le permita recuperar lo que legítimamente le pertenece.