La víctima, un trabajador municipal de 48 años, fue hallado golpeado y sin vida en una cancha de la chacra 123 de Posadas. El principal acusado es un hombre en situación de calle, de 63 años, que seguirá detenido. El hermano de Diego rompió el silencio.



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La conmoción sigue viva en el barrio El Territorio de Posadas, donde hace más de dos semanas fue hallado sin vida Diego Cabral, un trabajador municipal de 48 años que murió tras recibir una brutal golpiza. El crimen, que estremeció a vecinos y familiares, avanza ahora con una imputación formal por homicidio simple contra un hombre de 63 años, en situación de calle, quien residía en las inmediaciones y es señalado como el principal sospechoso.
Según fuentes judiciales, el acusado fue indagado en el Juzgado de Instrucción N° 3, a cargo del juez Fernando Verón, aunque se abstuvo de declarar por consejo de su defensa. A pedido del fiscal y con las pruebas reunidas hasta el momento, el juez rechazó un pedido de excarcelación, por lo que el imputado seguirá detenido en una comisaría jurisdiccional.
De acuerdo al informe del Cuerpo Médico Forense, Cabral falleció tras ahogarse con su propia sangre, producto de los golpes recibidos en el rostro con un objeto contundente, posiblemente un palo, que le provocó la fractura de la mandíbula. Se presume que fue atacado mientras dormía en una carpa improvisada en un descampado del barrio.
El caso tiene como escenario la cancha de la chacra 123, donde fue hallado el cuerpo el domingo 6 de julio, en lo que en principio fue un misterio rodeado de versiones encontradas.

Ramón Cabral, hermano de la víctima, dialogó con El Territorio y apuntó directamente a la necesidad de aclarar las versiones que circularon en las primeras horas, desmintiendo que Diego fuera una persona en situación de calle:
“Él tenía su casa, su cama, su baño. Vivía con mi mamá y la cuidaba. No era un tipo de la calle, como algunos dijeron”.
Ramón recuerda con tristeza la última vez que lo vio:
“Vino a casa en Itaembé Guazú, le pidió plata a mi vieja y se fue. No sabíamos que era la última vez. Diez días antes ya lo habían golpeado en ese mismo lugar”.
Según contó, Diego y el presunto agresor se conocían de compartir tragos.
“Después del laburo, él se iba a tomar algo con otros, pero siempre volvía. A veces mi hermana lo retaba porque tomaba, pero él era así. Se ponía argel”.
Sobre la reconstrucción del crimen, Ramón compartió una versión estremecedora que llegó a sus oídos:
“Dicen que Diego llegó, le pidió perdón al tipo, que el otro le dijo que duerma, que al otro día hablaban. Pero cuando se durmió, lo atacó a garrotazos”.
La familia también sospecha que no actuó solo:
“Sólo tenía golpes en la cara, nada en el cuerpo. Yo creo que lo golpea una vez, lo deja inconsciente, y después va y le termina la cara. Como si alguien le hubiera dicho que lo desfigure para que no lo reconozcan”, conjeturó.
Por otro lado, negó categóricamente versiones que hablaban de una trafic blanca involucrada:
“Eso no es cierto. Quiero pensar que el detenido es el responsable, pero también quiero saber por qué lo mató así, con tanta saña. Mi hermano no tenía enemigos”.
A dos semanas del asesinato, la familia exige justicia y respeto por la memoria de Diego:
“No queremos más falsas informaciones. Estamos dolidos y lastimados. Que esto no quede en el olvido”.