La inflación galopante y la recesión están golpeando fuerte el bolsillo de los argentinos, y uno de los sectores donde más se siente el impacto es el de los combustibles.



5 minutos de lectura

Según un informe de la consultora Economía y Energía, los precios de la nafta y el gasoil, medidos en dólares, alcanzaron en 2024 el nivel más alto de los últimos seis años. Este aumento, potenciado por la liberación de precios que habilitó el gobierno de Javier Milei en diciembre pasado, ha provocado una caída en las ventas de combustibles en los primeros nueve meses del año.
En el contexto actual, los precios de los combustibles han retrocedido un 20% en pesos desde el pico que alcanzaron en enero de este año, señala el estudio de Economía y Energía. Sin embargo, al medirlos en dólares, los precios resultan un 25% más altos que el promedio entre 2019 y 2023. Esto se debe a la fuerte devaluación de la moneda local, que, sumada a la inflación, encarece aún más los precios para los consumidores.
Además, en el mercado local, el precio del petróleo crudo se encuentra alineado con la paridad de exportación, algo que el Gobierno y las petroleras venían buscando hace años. Esto es posible en parte porque el precio internacional del crudo se mantiene en mínimos desde 2021, situándose en 70 dólares por barril, un valor que ayuda a equilibrar el costo en Argentina.
La combinación de precios altos en dólares y la situación económica hizo que, entre enero y septiembre de 2024, las ventas de combustibles cayeran un 6% respecto del mismo período de 2023. La mayor caída se dio en los combustibles premium, cuyas ventas se desplomaron un 21%, mientras que la nafta súper registró una disminución más leve del 2% interanual. Esto indica una clara tendencia de los consumidores a optar por combustibles más económicos.
Por su parte, las ventas de gasoil también se vieron afectadas, con una baja promedio del 6% en los primeros nueve meses del año. Este retroceso en las ventas refleja no solo el impacto de los altos precios y la recesión, sino también la migración de los consumidores hacia opciones más baratas.
Con un escenario económico incierto, el sector de combustibles enfrenta una situación compleja, en la que los precios en dólares se disparan mientras el consumo disminuye. El desafío para las empresas del sector y el Gobierno será encontrar un equilibrio que permita sostener la demanda y garantizar el abastecimiento sin que los precios se disparen aún más.