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Una denuncia por una presunta golpiza dentro del boliche Club Holy, en la costanera de Posadas, generó un fuerte revuelo judicial y social, luego de que Nicolás Ocampo, un joven barbero de 21 años, acusara a varios patovicas del lugar de haberlo agredido brutalmente hasta dejarlo inconsciente, con lesiones en la cabeza, costillas fisuradas y una pérdida casi total de la visión en un ojo.
El hecho habría ocurrido en la madrugada del sábado 12 de julio, mientras Ocampo se encontraba bailando con amigos dentro del local. Según su relato, sin que mediara provocación alguna, personal de seguridad intentó sacarlo de la zona en la que se encontraba. Lo que vino después fue una escena violenta digna de una película de terror: “me tiraron por las escaleras, me pegaron en el ascensor, me pusieron la rodilla en el cuello, no podía respirar”, relató la víctima entre lágrimas durante una entrevista radial.
“Me pedían que diga lo que ellos querían”
La causa penal ya se tramita ante el Juzgado de Instrucción N°3, a cargo de la fiscal Adriana Herbociani, quien encabezó esta semana una inspección ocular en el lugar de los hechos, acompañada por personal de Policía Científica y Cibercrimen. También estuvieron presentes el dueño del local, uno de los patovicas implicados y el abogado del denunciante, Federico Esquivel, quien aseguró que “tenemos pruebas contundentes para demostrar que el ataque ocurrió adentro del boliche”.
Entre las pruebas que ya figuran en el expediente judicial se encuentra una grabación telefónica, en la que un presunto empleado del boliche admite la agresión y señala directamente a otro patovica, identificado como Rubén Q., como el principal agresor. En el audio, se escucha: “Fue Rubén el que te empujó, te llevó al ascensor y te puso la rodilla en la cabeza”, mientras le pide a la víctima que no revele la fuente: “Me estoy jugando por vos”.

Una agresión en zona sin cámaras
La clave del caso podría estar en que el sector del boliche donde habría ocurrido el ataque no tiene cobertura de cámaras de seguridad, algo confirmado por una inspección técnica en el local. Según fuentes judiciales, las grabaciones se borran automáticamente tras una semana y no se habría conservado el momento exacto del ataque.
El abogado Esquivel fue tajante: “Esto fue un acto de crueldad. Este chico fue salvajemente golpeado y tiene lesiones permanentes. No puede ser que cinco tipos entrenados le den una paliza a un pibe de 21 años y la justicia lo caratule como ‘lesiones recíprocas’. Esto fue una tentativa de homicidio agravado.”
También denunció que la víctima habría recibido presiones y audios de parte del entorno del boliche para “acomodar su versión” y evitar que el caso escale: “Lo querían inducir a declarar lo que ellos querían que diga. No se puede tapar el sol con la mano.”
La versión del boliche
Desde el Club Holy emitieron un comunicado oficial en el que niegan rotundamente los hechos y aseguran que la confrontación se produjo fuera del establecimiento, luego de que el joven “fuera retirado por provocar disturbios”. Según el texto, Ocampo habría esperado fuera del local a uno de los patovicas con intenciones de pelear y debió ser reducido por seguridad hasta que llegó la policía.
“El incidente en cuestión no se produjo dentro del local ni fue consecuencia de un accionar indebido por parte del personal de seguridad”, afirmaron en el comunicado. También recalcaron su compromiso con la seguridad, el respeto y la convivencia pacífica, poniéndose “a disposición de la Justicia”.
“No fui a pelear, fui a pasarla bien”
Mientras tanto, la víctima sigue afrontando las secuelas físicas y psicológicas. “Yo no fui a pelear con nadie. Fui a bailar con mis amigos. Terminé con la cara llena de sangre, sin ver, sin escuchar y rogando que no me maten”, declaró Ocampo.
Asegura tener varios testigos presenciales del ataque y espera que la Justicia actúe con firmeza. Su relato, estremecedor, coincide con el de un trabajador del boliche que se ofreció a aportar nombres de los agresores y del jefe de seguridad del local.
Un caso que indigna
El caso ya generó una fuerte reacción en redes sociales y entre la opinión pública, donde crecen los reclamos por un mayor control sobre los protocolos de actuación del personal de seguridad privada, especialmente en espacios de esparcimiento nocturno.
La causa sigue su curso, con nuevas pruebas en análisis y testimonios clave por sumarse. El juez deberá determinar si la grabación filtrada tiene validez legal y si se amerita un cambio en la carátula de la causa.
Mientras tanto, la imagen de un joven inconsciente en el piso de un boliche, con la cara desfigurada por golpes, duele, inquieta y enciende una alarma que no se puede seguir ignorando. ¿Hasta cuándo el boliche seguirá siendo zona liberada para el abuso de poder de quienes deberían cuidar, y no castigar? La Justicia tiene la palabra.

